28 de enero de 2011

En el desván

Al acariciar las teclas amarillentas del viejo piano, éste exhaló un ronrroneo apenas audible de notas entrecruzadas, que, irremediablemente le retrotrajo a tiempos que creía perdidos, pero que sólo habían aguardado agazapados en el desván, entre cachivaches y jirones de olvido.

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