No te llamas Ilsa, ni yo Rick.
No nos queda ningún Paris a qué acudir en los tiempos de zozobra ni nos hemos despedido en un viejo aeródromo, cubierto por la bruma, en mitad del Marruecos ocupado.
Ni siquiera va a haber, me temo, comienzo de larga amistad.
Por más que queramos, nuestra historia ha sido mucho más tópica. Hasta el final.
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