Cada tarde salía corriendo, casi sin probar el pan con chocolate de rigor. Las hormonas y una falsa intuición le decían aquel día sí la vería pasar calle abajo, como sucedió en aquella otra ocasión a principios de Agosto. El verano ya acabó hace tiempo, pero, aún así seguía acudiendo a diario a esa cita inventada con el viento.
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