Sesenta y nueve días. Sesenta y nueve rayitas labradas en la pared a duras penas. Sesenta y nueve noches sin apenas dormir. Sesenta y nueve pruebas de fuego para mi cordura. Sigo en pie, sigo alerta. No sé cuánto podré aguantar, pero por ahora, creo, sigo siendo el mismo que era.
No hay comentarios:
Publicar un comentario