El cuerpo cubierto de escamas del inmenso animal alado se retorcía espasmódicamente en el suelo, mientras exhalaba un último y desesperado aliento humeante.
El certero espadazo en el centro de su pecho había sido definitivo.
La humanidad había derrotado de nuevo a la oscuridad y al fuego, pero, a pesar de ello, el autor de tamaña hazaña no fue capaz de saldar la deuda con su tiempo y fue devorado por la historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario