26 de abril de 2012

Tinta derramada

Damos grandes zancadas desacompasadas sin despegar los pies del suelo.

Fluímos a pesar de la maleza.

Creemos conocernos y todavía nos vemos capaces de preveer golpes, tropiezos, caídas y recaídas.

Nos desgajamos cuarteados por el paso del tiempo, aunque, de algún modo, guardamos aún memoria de silenciosos fuegos y diluvios atronadores.

Aunque nos dejamos llevar, seguimos rebelándonos contra los borrones que la vida va dejando sobre nuestros cuerpos

Pero, empeñados en buscar un último jirón de nube que nos arrastre, acabamos por diluirnos justo un instante antes de reemprender el vuelo.

1 comentario:

  1. Visto desde la distancia parece un final injusto, aunque siento la satisfación del intento.
    Un saludo

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