27 de junio de 2012

Una noche más

Arden las aceras y el asfalto.

Pesa el aire.

El cielo cae a plomo sobre nuestros hombros.

La ciudad duerme un sueño entrecortado y sudoroso, al ritmo marcado por el ronrroneo de las persianas y el zumbido monocorde de los aparatos de aire acondicionado.

La luna asoma, ruborizada, su rostro entre un mar inmenso de llamas mudas.

Apenas se intuye, ahí al fondo, el tililar tenue de las estrellas, abriéndose paso entre los destellos ciegos de las farolas.

Asomado a la ventana, me repito una y otra vez, como en una salmodia, que sólo se trata de una noche de verano más, al abrigo inmisericorde de la ebullición urbana. Sólo eso. Una noche más.

4 comentarios:

  1. Arde la noche, arden los sueños, arden las letras... Bella noche de calor, (aunque te haya dejado sin dormir), pero mientras te dicte letras como estas: "La luna asoma, ruborizada, su rostro entre un mar inmenso de llamas mudas", seguirá teniendo algo de encanto, :)

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    1. Las noches de insomnio son largas... A veces, al menos, son fructíferas en la cosa esta de juntar letras. Gracias por tu hermoso comentario, Mirina.

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  2. Esas noches en las que el calor no nos permite dormir, somos capaces de observar la lucha entre lo natural y lo establecido, entre la creación y lo creado. Esa lucha entre el hombre y la naturaleza. Espero que perdamos la batalla :)

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    1. Las noches de verano dan para mucho, efectivamente, Cormo. Es complicado que la humanidad pierda esa batalla, pues parece muy empeñada en ganarla, pero esperemos, al menos, que quedemos en tablas, por la cuenta que nos trae.

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